Archivo por meses: mayo 2014

Para tí

Hicimos el amor finalmente. La obsesión por no tener hijos, el miedo a traerlos a este mundo, junto a este DIU que ha muerto después de siete años te limita, te abstiene. Mientras, yo de sólo pensar en nuestro sexo, quería, de pronto casi rugía. Nos besamos, mucho. Acariciarte mientras te beso, tu barba, tu eterna piel cubierta para parecer más viejo, que lo eres, me hace sumergirme en tí. Sentir esa paz, a través de tu piel me hizo casi llorar. Fue el pensar que algún día podemos no estar así y aunque no vivimos de planes, hemos hablado alguna vez de donde vivir en la vejez, juntos y solos. En la Habana, sin duda, ojalá siga siendo la misma, aunque cambiada.
Hablar de la vejez en pleno momento intelectual, de realización profesional es parte de lo que somos los nacidos en los setenta. Somos precarios y obsoletos al mismo tiempo, ni estabilidad, ni futuro, vida de mierda dentro del capital. Es lo que nos toca, ni revoluciones, ni nihilismo, somos los críticos, de todo, de las revoluciones y del nihilismo, somos una eterna transición. Moriremos en la nada.
Tu humanidad se sumerge dentro de mí, mi humanidad está dentro de tí. Balanceamos lentamente en el goce. Me gusta tanto este paisaje sostenido, tantas veces repetido, que te lo comento por enésima vez y sonríes. Siempre hablo, tu sólo sonríes, a veces te saco alguna palabra, no se puede comparar el desierto con el mar. Yo creo que Montesquieu tenía razón, no sólo para las formas de gobierno, sino por las formas del amor.
El amor del mar es intenso, puede rugir o ser calmo, es total, misterioso, y de un pequeño viento se levanta y se expresa, a veces grita. Como las olas, vienen, bañan, todo lo abarcan, se va. El amor del desierto es un viento profundo, abismal, entre el calor y el frío. Es eterno aunque todo siempre cambia, nunca las dunas se mantienen igual aunque lo parezcan. Eso eres tú, la eternidad que puede parecer fría, inerte, pero allí está la calidez y el movimiento, sin que nadie se de cuenta. Y yo vuelvo al mar, siempre al mar, el que da y quita.
Terminamos y viene el sueño satisfecho interminable. Siempre nos besamos. Espero que nunca se me quiten las ganas de ese beso último, lo busco, siempre. Y tu rostro duerme junto al mío, también dormido, pero te veo, siempre te veo, tu cara infantil, pacífica.
Tenía muchas ganas de escribirte estas palabras, hace días. No sé si es por mi época de escritos y revelaciones, de pasiones e incertidumbres. Me has visto distraída, hasta hipnotizada, callas, pero sabes hasta la última gota de mi piel, conoces mis pensamientos y yo no puedo callar. Tenía muchas ganas de escribirte y hoy, lejos, lejos de casa, te reitero aquello que se torna jocosamente en amenaza, no está en juego dejar de tenerte.

¡Qué carajos es el cardamomo¡

Tuve la fortuna de ser invitada a casa de amigos el fin de semana, fortuna digo porque tener amigos y fin de semana en estos tiempos es un privilegio. Pero bueno, luego hablaremos de densidades.

Una mesa puesta de manera majestuosa, anunciaba manjares inimaginables de las manos de una cubana de sonrisa perpetua y fuego en las venas. Con anticipación, había adelantado que comeríamos pastel de carne y arroz, además de una colorida ensalada con planos verdes al fondo y toques de carmín en la superficie que ya se encontraba en la mesa. Mi Shiraz comprado en la tiendita de la esquina de los señores Walton y la ensalada verde con manzana y nuez que preparé al calor de las prisas palideció como una chica mal vestida en banquete. Ni hablar, los amigos perdonan.

El tequila inauguró como digestivo, y la alegre cubana, como una especie de alquimista que danza, extrajo del horno un pastel de carne que se presentaba dorado y exquisito. Sin más, brindamos, acertadamente por las prioridades de la vida, la regulación del sistema internacional financiero, el amor y la amistad. Celebramos y degustamos, casi en el orgasmo colectivo, la magia culinaria de la hermosa Mylai.

El protagonista de carne se hacía acompañar de un arroz introvertido, pero no menos interesante. Era aromático y tenía su sex appeal. Nuestra anfitriona comentó, ante nuestra celebración del enigmático carbohidrato; “Este arroz lo comí en Washington y al probarlo me dije, esto tiene canela, clavo, pasas y cardamomo…; y dale volví a México y lo hice.”

¡Qué carajos es el cardamomo¡ -pensé- pero no quise interrumpir la anécdota, ella continuó; “Yo soy así, identifico cada ingrediente”. Tal declaración me pareció impactante. Las mujeres siempre me sorprenden. Nuestra cubana favorita además de intelectual, gestora, mujer amorosa y expansiva, -no olvidar su habilidad caribeña en el baile- es una adivinadora de sabores. ¡Que maravilla¡

Adivinar los sabores debe ser algo que esté en el CV, algo así como: Dra. en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, docente….y adivinadora de sabores, incluido el cardamomo.

Fue una tarde maravillosa, del cardamomo y la aniquilación del pastel de carne y el arroz traído del este en las memorias de la lengua, pasamos a Cervantes, Víctor Hugo y Tolstoi –por aquello de seguir en asuntos de la lengua- para discutir si el magnífico escritor de Los Miserables, había sido pro Napoleón. Entre historias familiares de La Isla y participaciones intermitentes de la cuestión napoleónica, sentenciamos al oriundo de Besançon como partidario de aquel a quien su estatura atribuló.

La tarde había terminado, y partíamos con la panza llena, el corazón contento y la duda como espina ¡Qué carajos es el cardamomo¡

Seyka Sandoval

20140510 Comida con Seyka e Israel, CDM (7)

No sale el arroz pero si el pastel y la famosa ensalada que catalogaron pálida pero devoramos¡¡ Huellas de un post¡¡

no sabes

no sabes las tantas veces que he tenido que andar después de verte
mirar como mis pies se arrastran en sentido contrario a tu despedida
dejar que el viento me abrace ante tu falta
incluso, alguna vez, la lluvia fría de esta ciudad se tornó cálida ante tu partida.
cuando estás a mi lado no hay mundo
y todo eres tú sino estás

estar unas horas a tú lado
dialogar sobre el elefante y la hormiga
la noria y el yambú
y tus ojos dentro de mi rostro
absorbiéndolo todo
y mis ganas de besar te
tener
amar
te
y tus ojos dentro de mi rostro
transparentes ingenuos
y mis ganas de tocar te
rozar
amar
te

no sabes las tantas veces que he tenido que desvariar después de verte
hablar sin parar de tus palabras
descifrarte en los astros
imaginar tu hacer mediante la virtualidad
no sé si lo sabes
pero creo que muy pronto tendré que decirte.

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intentando

escucho todo el sonido, todo
hoy los pájaros están especialmente alegres, siempre, es que no escuchamos
voces de niños
la ciudad adormecida, quizás de tanto hastío cotidiano
pájaros, voces, pasos
pasos, pájaros, voces

y vienen los pensamientos
no invitados, no buscados,
insospechables
vagan danzando, fugaces
los quiero atrapar
se deslizan, se entrometen, resbalan, juegan
sin desespero
opto por mirarlos desaparecer, evanecerse
pero eres tú, sólo tú
tímidamente andando, hablando, mirando desde aquellas almendras cafés
y tus manos, oh¡, tus manos
y ya no tengo otra opción que sonreír, recordándote así

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nadar II

siento nadando como mi cuerpo baila
no sandunga no ballet
sino el ritmo cadencioso de un movimiento unívoco,
chas, chas, chas, aire
vuelo, de pronto se va el pasillo, vuelvo.

en cada brazada es como si quisiera tocar el infinito
estiro, sin esfuerzo, disfrutando la flexibilidad de un movimiento mágico, total
una danza mecánica
no hay música
solo mi cuerpo, mis pensamientos,
y en cada brazada te abrazo a ti.

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