En la ciudad, el cielo cae como cristales rotos, pequeñísimos, anárquicamente
las calles cubiertas de piedras blancas desvanecidas
el amanecer de un espacio que se deshojó en la noche
mantos de hojas chamuscadas por un vendaval furioso
y un alma permanece como la ciudad
rota de ansias
cubierta de corazas endebles
deshojada en el desvelo de madrugada
chamuscada por el viento que no pasa.
El alma tiene resaca de tí
de tus palabras, de tus miradas, de tu ir y venir
miradas que se esconden vidriosas
pensares contradictorios, reificando
suspiros que se escapan y no son de aquí
lamentos disimulados de alegrías, falacias.
El alma vuelve a andar
con toda la resaca a cuestas, se levanta, intenta
ensimismada es tomada por su centro
¿dónde estás? ¿hacia dónde has ido?
encubre su tristeza, la arropa, es parte indeleble de su cuerpo
y un llanto emerge
pensarás que es por la estrella fugaz que no acaricia
pero no
ha perdido su centro y ese dolor es más profundo
que el deseo incumplido de tenerte.
Y justo en estos momentos,
entre contradicciones latentes
el alma escribe estos versos
y la ciudad anuncia un llanto a cántaros y sin miramientos.
Malecón habanero en una noche de abril, 2014