Ciudad inhumana

He regresado pero no he podido escribir, no sólo me recibió la ciudad sino una barahúnda del hacer que no puedo contener, junto a muchas ganas de cosas que dejé los últimos meses por cansancio.

Tengo pendiente escribir tanto y tantas cosas, que espero no se apaguen mis palabras bajo este halo de ruido tremebundo.

Mientras, dejo un pequeño gazapo del día porque no se puede escribir bien después de esta crónica.

La naturaleza es humana, y puede hacer que la lluvia sea mágica, y caiga hasta no dejarte ver, y nos humedezca, y nos empape, y nos de vida. Pero una ciudad no es humana, hoy este mostro me hizo estar tres horas sobre ruedas para recorrerla cuando debía ser una, pero como tengo el ánimo de vida impregnado, después de conversar, escuchar música y gastar todos los aparatos existentes, me puse a  jugar con mis espejos, ponía tu nombre y dejaba que desapareciera como si un llanto eterno se secara, pero volvía, volvía la lluvia y tu nombre era deletreado como cuando los niños juegan en la arena de la playa alegremente, como cuando el ocio te abarca dentro tres horas sin posibilidad de moverte y sin angustia ves, que un recuerdo regresa después de tanto tiempo.  Si, un nombre era deletreado en los espejos para desaparecer, aparecer, desaparecer.  Sólo eso, y dentro de la inacción, morí de risa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.