La muerte es parte de la vida pero como duele

Apenas han pasado cuatro meses de este nuevo año que se ha salido corriendo con la muerte de la mano. Ella y él están viviendo un dulce romance mortífero cultural dejándonos en la orfandad. ¿Será que quieren que crezcamos a fuerza de ausencias?

En enero, sin mediar explicaciones, ni pequeños augurios -aunque fueran por lo menos para evitar sorpresas- se fueron los poetas. Gelman y Pacheco nos dijeron adiós, sin más, dejando letras, de amor y de política, con todo, todo el sufrimiento de nuestras tierras americanas del siglo pasado. El pesar llegó, pero la vida tiene más, sigue viviendo.

Y de la poesía se saltó a la música esta pareja arrebatadora. Llegó el ecuador de un febrero fatídico donde se nos fue Santy. En su mejor momento, aquel que se decía el rockanrollero de la trova, el que hablaba de la vida para vivirla y que ella podía amanecer muerta de tanto vivir. Así, se fue muriendo un pedazo de mi vida, por tí, Santy. Cuando crecí espiritualmente tú me acompañabas mucho, tanto, que te lloré en la distancia, te abandoné un tiempo, ahora me di cuenta que quizás muchos, te asomaste a mis ventanas y no te he dejado ir, no más.

La muerte seguía en su tormentosa fiesta y en unos días más, sin apenas dejar que febrero se fuera, se llevó a Paco. Yo crecí escuchando aquella exquisita guitarra flamenca que es parte fundamental del ritmo que llevamos dentro en la isla. Paco vino con Serrat, Ana, Víctor, Joaquín y Pedro después, todos aquellos que seguían a la isla por las miles de razones que arrastra ese caribe que va entre el ímpetu de la pasión con amor, con revolución.

Marzo y Abril fueron pasando como si ya todo hubiera quedado en un año puberto lleno de fatalidad. Y zas¡¡ Toca a la puerta la muerte que ya todos sabíamos pero negábamos, él sí lo sabía, él no era Santiago Nasar, se despedía, poco a poco, y nosotros, todo el tiempo mirando hacia atrás, hacia adelante, negando que ella estaba rondándonos y no para saludar sino para despojar. No murió en el caribe que tanto amó con palabras, prefirió este valle de pasión trágica, inmensa, profunda. Y rodeado de los suyos, que somos todos, salió volando con mucha calma, como Remedios la bella, por amor.

Sandunguera, sandunga, con el movimiento de la cintura no se puede en este caribe que sofoca y alegra, alegra. Se iba abril, pensando que la primavera había sido cruel, aunque siempre bella, y que seguro todo tomaría calma. En el día dónde todos descansamos, desfilamos, soporíficamente amamos, nos llega la noticia, se fue Formell, la génesis de los Van Van, del songo, de la música popular hecha poesía al captar cada frase del ingenio popular, y hacerte bailar, bailar, bailar.
El negro no tiene na´ caballero…aquí el que baila gana…¿qué cosa?, que cosa la costurera….dale con el corazón, muévete…la habana no aguanta más…busqué la soledad y al mar me fui a vivir, no sé cuándo llegó, no sé, ohhhh, ay mi muchacha, oh Marilú…chirrín chirrán que ya se acabó.
Nosotros los del caribe tenemos cosas, que no porque sean nuestras son más sabrosas, queremos sólo invitarte a que tú las pruebes con este ritmo que traen ahora los Van Van, de Cuba, de Venezuela, de Panamá, de allí, de Santo Domingo, de Puerto Rico, de Nicaragua, son de Colombia, de México, de Guadalupe, son de Jamaica, la traigo yo…

Ay dios ampárame…., de las pérdidas, y justamente no creo en nada, menos hoy.

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